El corazón delator: Versión alternativa.

Eran las cuatro de la mañana. Yo estaba con mis otros dos colegas haciendo nada en el puesto de policía. Realmente era aburrido, parecía que todos los criminales decidieron darse de paro esa noche. Estaba a punto de comentarles esto a mis colegas cuando el jefe entro por la puerta. Un vecino de la zona había dicho que en la casona del señor Warren se había escuchado un fuerte alarido y se preocupo por si algo le había sucedido al señor Warren o a su ayudante, que vivía con el. Nos dijo que teníamos que registrar el lugar por si algo había sucedido. Y hacia allí nos encaminamos.

El exterior de la casa no parecía para nada un lugar acogedor. De enorme tamaño y con sus ladrillos exteriores mohosos, hubiera jurado que la casa estaba abandonada desde hace años. Solo había una ventana que irradiaba luz. Las demás estaban sumidas en una completa penumbra.

Tocamos a la puerta. Nos recibió su ayudante. Le informamos quienes eramos y que hacíamos allí. El nos dijo que el grito era de el, supuesta mente por una pesadilla. También nos dijo que no nos preocupáramos si el señor Warren no estaba en casa. Nos dijo que había tenido que salir por asuntos de su trabajo. Yo no le creía. Algo ocultaba, estaba seguro. Pero decidí guardarme el pensamiento para mi, a lo mejor solo estaba especulando.

La casa desde adentro parecía mas pequeña que desde afuera, aunque sigue teniendo el mismo aspecto lúgubre y tétrico que tenia la fachada.

De todos modos, el ayudante nos invito a revisar cada rincón de la casa. No encontrábamos nada sospechoso, pero yo sabia que había algo oculto. Si tan solo supiera que era.

Por ultimo revisamos la habitación del señor Warren. Nada todavía. De la nada, el ayudante nos trajo unas sillas y nos pidió que nos sentáramos. Yo no confiaba, pero mis otros colegas parecían estar satisfechos, yo fingí estar satisfecho también. Nos sentamos. El ayudante también tomo asiento. Nosotros tres comenzamos a hablar. Yo solo fingía conversar, cada vez que podía, le lanzaba una mirada al ayudante, había algo sospechoso en el. Notaba que estaba cada vez que miraba mas y mas pálido. Comenzó a hablar en voz alta, casi gritando.

Mis colegas no parecían darse cuenta, pero yo si, pero aun seguía fingiendo que nada pasaba.  De repente se puso de pie y comenzó a discutir cosas sin importancia a los gritos y con gesticulaciones violentas. ¿Que le estaba pasando?. Comenzó a andar de un lado a otro, a grandes pasos, como se estuviera furiosos con nuestra presencia. Lanzo espumarajos de rabia, maldecía, juraba. De vez en cuando tomaba su silla y raspaba con ella las tablas del piso. Y los muy idiotas de mis colegas seguían charlando de manera tranquila. Yo lo único que hacia era seguirles la corriente. Si la cosa se ponía peor, tendría que actuar.

De repente, se dirijo a nosotros con violencia y nos aulló en la cara: «¡Basta ya de fingir, malvados!¡Confieso que lo mate!¡Levanten los tablones!¡Ahí…ahí!¡Donde esta latiendo su horrible corazón!».

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